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Iniciar de cero



Una cosa que tienen los ciclos es que eventualmente terminan, sin embargo otra cosa que tienen es que así como terminan van iniciando al mismo tiempo… El más reciente campeonato panamericano de la especialidad en Río de Janeiro es una viva muestra de esto: para muchos fue el último evento al que asistirían previo a los Juegos Olímpicos de París, para otros es el primer evento en el aún largo camino hacia Los Ángeles 2028 y parece ser que México es uno de esos países que decidió arrancar el ciclo en Brasil… O a lo mejor no decidieron nada, simplemente así se dieron las cosas, uno ya no sabe.


El punto es que los dos olímpicos mexicanos decidieron saltarse este evento y renunciar a los 40 puntos que daba para el ranking… Quizá no es una decisión tan descabellada matemáticamente hablando pues a ninguno de los dos les representaba un movimiento de lugar incluso si hubiesen ganado la medalla de oro, ahora que técnicamente hablando, y tengo que recordarles que yo no soy entrenador y jamás lo seré, pero me llama la atención que en el campeonato europeo que acaba de pasar había muchos clasificados compitiendo, lo mismo en el asiático, aunque, al igual que a los mexicanos, para varios de ellos esos 40 puntos no iban a ser significativos para moverse dentro del ranking, digo, me llama la atención porque en Europa por el momento siguen siendo los reyes del mambo, seguidos de cerca justamente por Asia, pero aquí en América no nos importan las tendencias, América se cuece aparte… Desgraciadamente eso de coserse aparte aplica también para resultados, pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión…


Pero volvamos con México en el Panamericano: en este espacio se ha dicho muchas veces que hay dos formas de hacer un análisis, la primera es juntando todos los factores y la segunda sólo es el análisis en papel. Si hacemos este último no hay mucho que decir: la actuación deja mucho que desear, pues México pasa de ser un equipo que hace dos años estaba en posibilidad de ganar un pentacampeonato a un equipo que en esta edición descendió todavía dos puestos más respecto a Punta Cana logrando el quinto lugar general, un lugar completamente deshonroso para una selección como la mexicana.


Sólo para tener contexto, México no había bajado del tercer sitio en el medallero general desde 2008 en Puerto Rico donde se colocaron en 4º, dejando a esta edición de Río de Janeiro como la tercera peor participación de un equipo mexicano dentro de este certamen en la historia (sin contar la edición de 1984 en Surinam donde México no participó)… ¿Cómo era el HT ese que repiten como mantra?


En cuanto al análisis en papel no hay mucho más que decir, quizá lo único que yo rescataría de esta participación es que las derrotas no fueron tan dramáticas como hace dos años donde México no pudo ganarle una sola pelea a Brasil y quienes le ganaban a los mexicanos perdían inmediatamente después, fue como la maldición de Moctezuma: le ganas a México pierdes tu siguiente pelea… Cosa que no está tan chida porque dejó muy mal parado al equipo aquella vez, ahora no fue el caso y lo celebro, aunque tampoco hay que ponernos muy esquistos con la celebración porque realmente no hay grandes motivos para tal.


Ahora vamos al análisis un poco más amplio, aunque tengo que anticipar que no mejora mucho, pero sí podemos ver algunas tendencias claramente marcadas cuando acercamos la lupa.


Primero me gustaría empezar con el tema de los entrenadores porque aquí hay cosas que no cambian y que personalmente no entiendo: hace dos años iban cuatro entrenadores, Alfonso Victoria, un iraní que duró menos tiempo en el puesto que un eyaculador precoz frente Mia Kalifa, Abel Mendoza y David Davis, los dos últimos se presentaron en ese evento poco después de haber sido anunciados como titulares del equipo junior, muy parecido a lo que pasó con René Lizárraga en esta ocasión, anunciado como titular de los junior en noviembre pasado si no me falla la memoria, el problema no es que los entrenadores brinquen de un equipo a otro, el problema es la estructura inexistente dentro de estos movimientos, pasó hace dos años con Abel y Davis, de nuevo ahora con René y yo sigo sin entender y pensando que quizá no haya mucho que entender, simplemente es lo mismo de siempre: improvisación sobre la marcha, el problema es que esto merma todas las funciones y planeaciones de un entrenador, ya también lo había dicho antes: no importa qué tan buenos sean los entrenadores, si no hay espacio para que trabajen es lo mismo quien sea que esté enfrente.


La mayoría del equipo en esta ocasión eran nuevos, eso me deja tranquilo, no por los resultados, el hecho de tener un equipo de novatos no alcanza para justificar la caída en la tabla general, pero sí me deja tranquilo en el sentido de que es un equipo con espacio para crecer y poder trabajar… Ahora, aquí viene el meollo del asunto ¿realmente se podrá trabajar con ellos? ¿Realmente habrá un seguimiento? La mayoría de los resultados que se obtuvieron en el evento fue de la mano de la gente con más experiencia, o sea, no es física cuántica, quizá basta con darles a todos un poco de fogueo internacional para empezar a ver cambios de actitud y resultados, pero sobretodo hay que darle un seguimiento al equipo y ojo aquí porque muchos confunden “seguimiento” con “apapacho” y no es el caso, se debe tener un equipo base, sí, pero en roce constante con la gente local que compite en los 48 nacionales que hay al año y con la posibilidad latente y real de que ese equipo base sea reemplazado por alguien que lograra ganarles el lugar aquí en México… De nuevo, no es física cuántica.


Al final y como lo dije al principio es un ciclo que empieza, si las cosas no se salen de rumbo y las reglas de clasificación no cambian drásticamente para 2028 seguramente veremos dos campeonatos panamericanos más antes de Los Ángeles y ahí se podrá medir de nuevo el termómetro. Creo que es importante afianzar a México nuevamente como el país más grande de la región, porque lo es, pero primero se deben de resolver por lo menos la mayoría de los errores estructurales que se han repetido una y otra, y otra vez durante los últimos años.


También es importante hacer notar que el buen trabajo siempre tiene una inercia, es decir, uno no echa a perder a un atleta, mucho menos a un equipo de la noche a la mañana, incluso para eso se necesita talento. Basta asomarse a los últimos campeonatos panamericanos donde México participó con esta administración: en 2014, dos años antes de que Billy tomara la administración el equipo mexicano subió a lo más alto del medallero con 6 oros, esa inercia se mantuvo hasta Cancún en 2021 donde México logró a penas conservar el primer lugar general empatando en oros con Estados Unidos, pero al mismo tiempo perdiendo 7 finales, si eso no es una bandera roja entonces no sé qué es… El resto es historia: Punta Cana y ahora Río.


Lo único bueno de las malas rachas es que su inercia se corta con trabajo, así que hay que ponerse a trabajar… Y por todos los cielos, ya lárgate, Billy.






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